El calor se nota en el ambiente, pero hay recursos para afrontarlo, como una decoración adecuada. Lo primero son los muebles, sobre todo si están fabricados con materiales sintéticos o piel, como sillas y sofás. El tacto se hace más agradable si se cubren con una funda de lino o algodón.
 
En verano, las alfombras de lana están de más. Generan calor y también electricidad, por lo que es recomendable quitarlas y aprovechar para llevarlas a la tintorería de cara al invierno. En su lugar, se pueden poner alfombras de fibras naturales.
 
Los colores transmiten sensaciones, por eso, precisamente, conviene elegirlos bien. Está demostrado que los verdes y azules aportan frescura; los blancos, relax. Además, los tonos suaves y las texturas ligeras cautivan los sentidos.
 
Los materiales orgánicos, como mimbre, bambú o ratán, son los mejores aliados contra el calor. De ahí que sean muy utilizados en zonas tropicales.
 
Las plantas, además de purificar el ambiente, lo refrescan. Son muy apropiadas para decorar cualquier rincón, ideales por naturaleza.
 
El aire acondicionado, por imperativo del cambio climático, ya es imprescindible en nuestros hogares durante la época estival, así como los ventiladores de techo con un toque de diseño.
 
Las ventanas deben cubrirse con finos visillos o persianas venecianas que tamicen la luz. Mantenerlas ligeramente abiertas para provocar corriente es toda una sugerencia.
 
Un buen toldo o pérgola, son el mejor escudo contra los rayos solares, cuyo efecto puede ser tan incómodo como nocivo. 
 
Acondicionar patios y terrazas es muy práctico, ya que pueden proporcionar momentos muy agradables en las noches veraniegas.
 
Por último, la iluminación es determinante. En este sentido, bajar la intensidad y apostar por la luz fría es lo más acertado.
 
En definitiva, contra la ola de calor, salpica tu casa de detalles decorativos porque te ayudarán a combatirla.